Sociedades coreográficas y las comparsas en los carnavales de Mérida

LAS SOCIEDADES COREOGRÁFICAS

La Lonja Meridana era una sociedad a la que concurrían las familias aristocráticas de la ciudad, como en otra época lo fuera la no menos memorable: El Liceo de Mérida. Los descendientes de los miembros de estas sociedades engrosaron las filas del Country Club, que nació con pretensiones deportivas, más demócrata y popular, y si éste tenía estas características su sucesor inmediato, el Club Campestre, las tiene en mayor medida. En el año de 1857 se fundó la sociedad La Unión agrupando a personas de recursos económicos pero con ánimos liberales. Por lo ya expuesto ambas sociedades vivían una suerte de rivalidad y se ha sostenido que La Unión tenía mayor éxito en la organización de El Bando, mientras que el Liceo de Mérida lo tenía en la Batalla de Flores. También en los bailes se notaba la contienda: El Liceo en concordancia con una añeja costumbre daba por concluido su baile a las doce de la noche mientras La Unión lo extendía hasta que acaba en forma natural. Los festejos comenzaban el sábado por la mañana y los miembros de las sociedades y gente en general salía a las calles con disfraces viendo paseo que contenía, a parte de los carros alegóricos y los normales, bandas de música y estudiantinas. A finales del siglo XIX el Liceo de Mérida inició los viernes de Corzo o “paseo del fuego”. Los viernes de Corzo resultaban espléndidos con la gente enarbolando sus antorchas artificiales creando un ambiente peculiar. Es lamentable que esta costumbre haya quedado desterrada completamente, negando así la naturaleza del viernes de carnaval.

Un cronista anónimo escribió: “Los bailes del carnaval no son para ser descritos sino para ser vistos. No es fácil formarse una idea exacta de aquellos amplísimos salones, rica y elegantemente decorados, en donde la luz de las lámparas de cristal se refleja y se multiplica en venecianas lunas donde alternan flores y gasas en brillante explosión de colores y de aromas; en los que bulle una multitud encantadora de mujeres bellísimas que como parvada de pájaros y mariposas vienen y van de un extremo a otro de los salones y las galerías atravesando patios y jardines del brazo de sus caballeros, al armonioso compás de una orquesta cuyas notas parecen cantos de primavera, de la primavera de los trópicos. Cuatrocientas y quinientas parejas de baile son para estos salones concurrencia ordinaria en tales fiestas ”.

En la Revista de Mérida se escribió en los siguientes términos del carnaval de 1919: “En los bailes de La Unión alternaron más de doscientas parejas. Bailaron lanceros. A las doce de la noche se apagaron y volvieron a encender las luces para despedir al carnaval. Con este motivo la orquesta ejecutó La Varsoviana y la Danza que bailaron algunos concurrentes, principalmente caballeros de edad madura ….A las cinco de la mañana se bailaron los segundos lanceros y se paseó por los salones el estandarte de la sociedad”. Algunas de las sociedades y clubes que han participado de una manera o de otra en los carnavales de Mérida son: El Nardo, El Renacimiento, Paz y Unión, El Unionista, Recreativa Popular Club Mérida, Club de los 13, La Bombilla, Centro Popular Social, Centro Libanés, Club Escuela Modelo, Círculo de Empleados Bancarios, Casino Hacienda, Browine Club, Shangai Club, Club Femenil Libanés, Centro Campechano, Candy Club, Club Leoncitos, Blue Sky Juvenil, Country Club, Centro Social Obrero, Loves Nigth Club, Dancing Club, etc.

LAS COMPARSAS EN LOS CARNAVALES DE MÉRIDA

El carnaval implica una alegría callejera de ahí la naturaleza de las comparsas. Ya en 1861 el cronista Fabián Carrillo Suaste escribía: “Hubo un tiempo en que entre esta muchedumbre aborigen salían las comparsas de los artísticos bailadores del xtol y de la tortuga trayendo por principales instrumentos de música una flauta campestre o caramillo, una especie de tambor de un pedazo de tronco hueco con un solo parche y una concha de galápago golpeada con el extremo de un asta de ciervo. Cada grupo, además del tocador, del tambor y del carapacho, componíanse de ocho o diez individuos….” Las comparsas de mediados del siglo XIX cantaban y bailaban selecciones de ópera o de obras del género grande español. Para 1900 el Comité de Festejos autorizó los templetes en diversos lugares de la ciudad; ese mismo año presidieron el entierro de Juan Carnaval Huecho Marín, Severo Villamil, Luis González y otros más. Hicieron de cura y acólitos don Venancio Cervera(que años después fue arrestado por haberse disfrazado de Cristo), Felipe Peón Cetina, Felipe Ibarra,representando al muerto el Chato Novelo.

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