sor-juana-ines-de-la-cruz

Uno de los pasajes más intensos de la historia de la literatura de España y América  se da en torno a las Finezas de Cristo. Se trata de la crítica realizada por Sor Juana Inés de la Cruz al sermón del jesuita portugués Antonio de Vierya. El sermón es el que ofreció el autor sobre llamado  Mandato: en el que Jesús pide que se amen los unos a los otros como El los ha amado. La crítica de Sor Juna se publicó como “La Carta Atenagórica (digna de la sabiduría de Atenas) ”  y dio origen a los ataques y al asedio a Sor Juana, a su respuesta lúcida y vehemente-planteando el derecho de las mujeres a saber, pensar y hablar- y a su posterior y triste silencio. Durante La Colonia los sermones memorables se imprimían y así conoció Juana Inés la postura de Vierya que refutaba a San Agustín, Santo Tomás de Aquino y San Crisóstomo sobre las Finezas de Cristo. Fineza, según el Diccionario de Autoridades, tiene tres acepciones: perfección y bondad, acción o dicho con el cual se muestra el amor a alguien o a algo y delicadeza y primor. San Agustín opina que la mayor Fineza de Cristo fue haber muerto por los hombres. Vieyra lo rebate y dice: “Nuestro señor amó más a los hombres que a la vida y  morir es dejar la vida, el ausentarse es dejar a los  hombres”. Sor Juana con un argumento que ahora nos parece muy claro refuta a Vieyra: Jesús no se ausenta, queda presente en el Sagrario. Y es que ella misma ya había escrito: estando glorioso/está como muerto. Para Santo Tomás la mayor Fineza de Cristo fue “quedarse con nosotros al ausentarse de nosotros”. Vieyra le replica a Santo Tomás : “fue mayor Fineza, en el mismo sacramento, encubrirse que quedarse…Cristo en el sacramento del altar , aunque está ahí corporalmente, no tiene uso ni ejercicio de los sentidos”, visto así puede vivir una suerte de tormento: está pero no puede relacionarse sensorialmente con lo que tanto ama: la humanidad. Sor Juana crítica con una energía brillante la postura de Vieyra: “¿Qué manera de argumentar es ésta? Santo Tomás propone en género y Vieyra responde en especie. Es una falta contra la lógica …es un argumento sofístico “. San Juan Crisóstomo planteaba : “la mayor Fineza fue lavar los pies a sus discípulos ” y entre ellos al traidor, Judas . Vieyra , en un trance de lucidez y belleza, contradice a Crisóstomo: Cristo le lavó los pies hasta el traídos porque “el amor fino no busca ni causa ni efecto : ama por amar”. Aquí Vieyra llega a un punto capital: el amor y la correspondencia. Una crítica muy antigua al Cristianismo es asumir que Dios pide que se le ame, es decir: exige correspondencia. Sor Juana hace una observación valiosísima para su tiempo: “Cristo no quiso la correspondencia de su amor para si, sino para los hombres, y que ésta fue su mayor fineza: amar sin correspondencia”. Tiempo después la Iglesia le ha dado la razón a Sor Juana: somos hermanos  en Cristo y nos amamos  en él mismo. La Décima Musa, se lanza con una líneas sorprendentes: “(Vieyra) dice que Cristo no quiso la correspondencia para si, sino para los hombres. La mía es que Cristo quiso la correspondencia para si pero la utilidad de esa correspondencia la quiso para los hombres”.   La sabiduría de esta mujer no tuvo límites, como tampoco los tuvo la furia del arzobispo de México el señor Aguiar y Seiias , hombre fanático, misógino  y violento hasta físicamente pero que veneraba a Vieyra, a quien le imprimió los sermones. Quizás Sor Juana y el obispo de puebla Manuel Fernández de Santa Cruz, a quien se le inventó el mole, se metieron en esta polémica pública para darle en la cabeza al iracundo Aguiar y Seijas, que los había agraviado a los dos por distintas razones. Como todos los inquisidores Aguiar le hizo un daño grande a la humanidad callando a la brava a ese ser excepcional que fue Sor Juana.