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En un capítulo más de un desafortunado pasaje el Sr. Prof. Ariel Aviles Marín sale en su defensa logrando el efecto contrario: exhibirse con una impunidad que no tiene antecedentes en la historia de Yucatán. Ahora el protagonismo se da desde su columna en el periódico Por Esto! Al respecto hago los siguientes , breves comentarios:

 

1-En una edición de la FILEY , en el Coloquio de Literatura que patrocina Sara Poot,  Aviles Marín moderó una mesa sobre Octavio Paz. Abrió su participación diciendo: “permítame una anécdota personal. Conocí a Octavio Paz en casa del escultor Goddiener: entró con un sombrero de cuarenta plumas y una capa. Al salir dijo Enrique : ‘que pesado es este Octavio’ ”. Esta fue la entrada , lo  asombroso vino después: “¿Con que Paz nos quedamos, con el de su juventud o con el que hizo unas declaraciones contra las democracias de América Latina?”. Atribuimos esa referencia  al discurso de Paz al recibir el premio de la Feria del Libro de Frankfurt, intervención famosa por pedir a los Sandinistas que convoquen a elecciones.

2-Antes de que cualquier otra cosa hay que decir que el Prof. Aviles Marón habló en público , ante una audiencia, en ese sentido hay testigos de sus asombrosas afirmaciones. Tan es así que Sara Poot Herrera dijo ese mismo día, y lo ha repetido: “Paz no era Arreola , Ariel se está equivocando”.

 

3-Todo el que lo conoce bien sabe que Ariel Aviles Marín no es un hombre de ideas, ni de datos , sino de disparates. Sin embargo ese día creó un pequeño revuelo.  En la mesa estuvieron Ana Bundgaard , de Dinamarca , y Carmen Beatriz López Portillo , rectora del Claustro de Sor Juana.  Ana , Elena Poniatowska , Sara Poot y yo habíamos tenido una mesa redonda sobre Paz en Mérida en 1937, unas noches antes. Ante un auditorio Silvio Zavala Vallado repleto se dijo una y otra vez que Octavio Paz nunca volvió a Mérida después de su estancia de 1937. El día del número de Aviles Marín   Ana  Bundgaard nos dijo a  Carmen Beatriz y a mí que debimos haber puesto en su lugar a Ariel. Yiyì, apodo cariñoso de Carmen Beatriz, le dijo que no era una mesa de debates y que cada quien era responsable de lo que decía. Pero Ana lanzó el argumento que ponía el asunto en el centro: “se pasa uno  meses preparando su trabajo , quitando tiempo a la familia y al descanso, para que venga un cualquiera a estropearlo”. Yiyì y yo tratamos de calmar a Ana. Creo que lo logramos. Entre algunos participantes al coloquio se trató el tema. Se dijo que había que pedirles a los moderadores precisamente eso: moderación, para no dar lugar a penosos trances ni a agravios involuntarios a los ponentes. Escribí un texto al respecto, omití el nombre de Ariel Aviles Marín, pero éste , presto como es, contestó. Y como lo hace cada vez que replica, se vuelve a enredar en una trama de mentiras y torpezas. Me dijo lo que ahora dice: se imaginó las plumas y la capa; también dijo con la audacia del ignorante que se quedaba con el Paz que había participado en la Guerra Civil Española. Con paciencia le dije que Paz nunca estuvo en la Guerra Civil de España , que había acudido al Primer Encuentro de Escritores Antifascistas en  Valencia, de esto ahora no dice nada, como escamotea con deshonestidad sus comentarios equivocados sobre la declaración de Frankfurt a favor de las democracias sobre América Latina.

 

5-Aviles se queja que el texto que da cuenta de su triste papel apareció otra vez, ignorando también que los textos de una página se “repostean” cada determinado tiempo en Facebook. Ante esto me acusó de poseer “intereses inconfesables”, de lo cual no dice nada en su artículo de  acuerdo a su costumbre de eliminar lo que así le conviene. Le pedí una explicación de lo inconfesable que no me ha dado hasta ahora. Le expliqué a don Ariel que existen dos teorías: una sostiene que mientras un parlanchín no afecte  el trabajo de alguien no hay porque ponerlo en su lugar. En realidad Aviles, con sus disparates, si afectó el trabajo de los ponentes como bien dijo Ana. Domínguez Michel  sostiene lo contrario: hay que poner en su santo sitio a los charlatanes que rebajan el discurso público de la literatura.  Aviles , con mala fe, solo habla de las plumas , la capa, y una actitud teatral que no corresponde ni remotamente a Paz que hablaba de usted a todo el mundo , incluido Enrique Krauze, y que es celebre por sus opiniones de la cortesía como antídoto de la tragedia. Quizás, así como se imaginó las plumas y demás se imaginó la visita de Paz, porque nunca estuvo en Mérida. Si así hubiera sido la prensa hubiera dado testimonio, para el 84 ya era una gran celebridad. 

 

6-Al final del texto de marras , el ardido caballero se va contra mi página : critica textos sin ton ni son, y hace dos afirmaciones que tienen los dos signos que lo caracterizan: la mentira y la torpeza. La mentira: un grupo de personas eligió a los mejores médicos que aparecen en un texto, el charlatan afirma que pagaron por aparecer en esa lista. Ningún médico ha pagado por ser elegido y , como en el coloquio , sus afirmaciones ofenden a gente honorable: los médicos seleccionados. La otra afirmación tiene el otro sello de sus intervenciones: la torpeza. Dice que trato de exculpar a los hacendados que mandaron eliminar a Felipe Carrillo Puerto. En varios textos exponemos la teoría de que fue  posiblemente el capital trasnacional quien urdió la eliminación de Carrillo Puerto. La posible relación entre Robert Haberman y Alma Reed genera una nueva línea de investigación que apunta a una conspiración más alta.  Hay algo que recuperamos del texto de Aviles: La Modelo no tiene porque acompañar en su destino trágico a nadie: hemos quitado en el texto que tanto irrita al profesor Aviles Marín la foto de la gran escuela y puesto   la suya, a quien no dejo de agradecer sus buenos comentarios a mi labor como cronista de Mérida.

 

Finalmente Lo único que precisa y confiesa Aviles Marín es esa extraña adicción que tiene de hablar a tontas y locas.