Los acontecimientos de las décadas anteriores parecieron rebasar el discurso de los organismos empresariales. Lo sucedido  se revelaba mayor  que las solicitudes sostenidas. Con el nuevo estado de cosas  los tradicionales argumentos de ética empresarial y de liderazgo parecían haber envejecido. En añadidura el 2 de julio de 2000 llega a la presidencia de la República un candidato de la oposición: Vicente Fox Quesada. Tras setenta años del régimen de la Revolución Mexicana,  Fox , abanderado de Acción Nacional, obtiene  un sonado triunfo electoral.

Vicente Fox es un personaje singular de la política mexicana: por el lado paterno es descendiente de inmigrantes norteamericanos de origen alemán, por el materno fue hijo de una mujer nacida en España. La modificación del artículo 82 constitucional, que prohibía a hijos de extranjeros ser presidentes de México, por muchos años un tabú de la política mexicana, allanó su llegada a Los Pinos. Empresario que había ocupado la presidencia para América Latina de la Coca Cola y había sido seducido por la personalidad de Manuel Clouthier para ingresar a la política, Fox era católico público aunque divorciado.  Ya había sido gobernador de Guanajuato y parecía ser un personaje que entraba en conflicto con la política clásica mexicana, quizás esto lo hacía atractivo así como su carácter ranchero. Para unos era un hereje en los sagrados territorios del poder, para otros era un profeta en tierra de paganos. Sin embargo, Fox  , a pesar de su biografía, no  era la encarnación de las tres “bestias negras” para las que no debía haber espacio en México: los empresarios, la Iglesia y los Estados Unidos. Quizás  para el empresariado representaba el cumplimiento de una materia pendiente: la alternancia en el poder. Pero la situación daba para más: el nuevo presidente y su discurso público no se apartaban de los cambios iniciados años antes sino por el contrario: los acentuaban.  Los que pensaban que por todo debilitaba  la causas públicas  de la Coparmex en Mérida  se equivocaron estrepitosamente.