Por Roger Campos Munguía

 

FUEGO ORIGINARIO

Retablo de nuestro siglo,

reflejo de nuestros sueños,

conjuración sobre la piedra,

llaga ardiente bajo el cielo,

profecía y clamor de nuestra memoria,

línea deshabitada por el tiempo,

espacio de palomas en el alba,

tu pintura es el combate

y la cauda que nos deja el viento,

es el eterno fuego originario

que surge en nuestra mirada,

es nuestro silencio eternizado

sobre la tierra, el mar, la soledad

y los olivos tristes de España.

 

EL ESPACIO DOLOROSO

Fue en el Montseny. En los veranos de Campins, (cerca de Montnegre) donde tú le vertiste al hombre tierra gris sobre los ojos, fue ahí donde lo amortajaste de arcilla fresca para que creciera cubierto con las hojas del otoño, fue ahí donde se abrió el sexo de la tierra para que el barro miserable del que estamos hechos creciera henchido de surcos en nuestro pecho abierto. Fue ahí. En el Montseny. En algún verano de Campins, donde surgió indagadora la palabra…

¿Dónde estaba Dios cuando con rabia entre los labios le revelabas el pecho herido de la tierra miserable en cada trazo del pincel sangrante…?

¿Dónde estaba Dios cuando cubriste de cal y arena el rostro y la ceniza de los muertos…?