piedrayflor

En el año de 1929 el mundo vivió una dramática crisis económica cuyos efectos se sintieron en los años treinta. Estos años quedaron comprendidos entre esta crisis y la Segunda Guerra Mundial que le marcó un nuevo derrotero a la humanidad. En 1929 se funda el PNR, antecedente del PRI, bajo los auspicios de Plutarco E lías Calles que, tras la muerte de Obregón, se convirtió en el jefe máximo de la Revolución. El PNR y sus sucesores tuvieron, entre otros, el propósito de evitar las confrontaciones entre grupos. Posiblemente en Yucatán nunca lo lograron. Sin embargo, para el período 1926-1930 fue electo gobernador de Yucatán, postulado por el Partido Socialista del Sureste, el doctor Álvaro Torre Díaz, quien había sido embajador en Brasil y ya había ocupado diversos puestos en la administración pública estatal. Torre Díaz, desde el momento de su campaña, estableció una diferencia con los tiempos pasados al ofrecer: «Más administración y menos política». Fue en este período en que cobró fuerza un personaje que brillaría en los años siguientes: Bartola García Correa, de quien se dice modificó su nombre al llamarse Bartolomé, lo que trajo como consecuencia que el pueblo acuñara una frase festiva: ¿De dónde le vino el mé a Bartola? Torre Díaz se acercó a las clases adineradas permitiendo que Bartola manejara a las clases populares y al Partido Socialista del Sureste. Si Torre Díaz construyó un ramal del ferrocarril hasta las puertas de su casa de Progreso, Bartola cons1ruyó otro hasta su rancho San Antonio, en Tizimín. Finalmente. García Correa fue elegido gobernador del estado para el período 1930-1934. La crisis económica que enfrentó el gobierno de Bartola llegó al punto de que en octubre de 1931 se discutiera la conveniencia de incinerar el stock de pacas de henequén que se había acumulado en el estado. Cuenta Carlos Loret de Mola, en su libro Confesiones de un gobernador, que como resultado de esta acumulación surgió la industria cordelera en Yucatán, ya que un inmigrante sirio-libanés, con un talento extraordinario y cercano al gobernador, pudo montar una pequeña planta en su casa que le diera un valor agregado al henequén cuyo destino parecía el fuego aniquilador. Se ha sostenido que de esta manera fundó la cordelería San Juan don Cabalán Macari Tayun. Si Bartolomé García Correa gozó de una gran influencia en el período de Torre Díaz, también la disfrutó en el de su sucesor: César Ala yola Barrera, quien tuvo que renunciar dejando en el puesto a Fernando López Cárdenas. La reforma cardenista, que aspiraba a ser una solución al problema de la tierra que la Revolución había postergado, empezó en Yucatán en el año de 1935. En este año se fundó una agencia del Banco Nacional de Crédito Agrícola y se crearon 48 sociedades de crédito agrícola ejidal, con 15,364 socios, dotándolas de cerca de 300 mil hectáreas cultivadas de henequén y 450 mil hectáreas incultas. A la gran reforma cardenista la representan en la Historia las expropiaciones de La Laguna y las del henequén de Yucatán, ambas hechas con mejores intenciones que resultados. Finalmente, en agosto de 1937 el presidente Cárdenas, con gran parte de su gabinete, se hizo presente en Yucatán expropiando 1 00 mil hectáreas de henequén destinadas a beneficiar a 24 7 sociedades de crédito apoyadas financieramente por el flamante Banco Nacional de Crédito Ejidal. Todo este movimiento dio lugar a un escándalo público que trascendió las fronteras del estado. Los críticos serios advirtieron lo aventurado de las medidas, dada la situación que guardaba una actividad productiva tan golpeada en los últimos años. Estas expropiaciones afectaron a más de 500 hacendados propietarios de 583 haciendas con más de 160 mil hectáreas sembradas de henequén. Las haciendas pudieron conservar la llamada pequeña propiedad: 150 hectáreas cultivadas y 150 incultas, condenando la producción de las haciendas a sufrir las deseconomías de escala. El tiempo mostró los estragos: para 1942 los pequeños propietarios sólo participaban con el 25% de la producción. El golpe asestado sobre los hacendados cimbró la vida económica: los precios de las propiedades rústicas y urbanas se vinieron para abajo. Durante un tiempo la oferta de predios urbanos fue tan alta que algunas propiedades se vendieron hasta por la décima parte de su valor. No sólo las casas salieron a remate, también el vasto y elegante mobiliario. Muchos hacendados pretendieron juntar un capital y trasladarse a la ciudad de México para iniciar ahí una nueva vida. En el año de 1937 Octavio·Paz vivió durante unos meses en la ciudad de Mérida. Se impresionó por la miseria de los campesinos mayas y advirtió que, si bien el gobierno había repartido las tierras, la condición de éstos no había mejorado: seguían dependiendo de las vicisitudes del mercado internacional y de una burocracia ineficiente y corrupta. Esto lo llevó a escribir un poema que ahora transcribimos:

ENTRE LA PIEDRA Y LA FLOR

I

Amanecemos piedras.

Nada sino la luz. No hay nada
sino la luz contra la luz.

La tierra:
palma de una mano de piedra.

El agua callada
en su tumba calcárea.
El agua encarcelada,
húmeda lengua humilde
que no dice nada.

Alza la tierra un vaho.
Vuelan pájaros parados, barro alado.
El horizonte:
unas cuantas nubes arrasadas.

Planicie enorme, sin arrugas.
El henequén, índice verde,
divide los espacios terrestres.
Cielo ya sin orillas.

II

¿Qué tierra es ésta?
¿Qué violencias germinan
bajo su pétrea cáscara,
qué obstinación de fuego ya frío,
años y años como saliva que se acumula
y se endurece y se aguza en púas?

Una región que existe
antes que el sol y el agua
alzaran sus banderas enemigas,
una región de piedra
creada antes del doble nacimiento
de la vida y la muerte.

En la llanura la planta se implanta
en vastas plantaciones militares.
Ejército inmóvil
frente al sol giratorio y las nubes nómadas.

El henequén, verde y ensimismado,
brota en pencas anchas y triangulares:
Es un surtidor de alfanjes vegetales.
El henequén es una planta armada.

Por sus fibras sube una sed de arena.
Viene de los reinos de abajo,
empuja hacia arriba y en pleno salto
su chorro se detiene,
convertido en un hostil penacho,
verdor que acaba en puntas.
Forma visible de la sed invisible.

El agave es verdaderamente admirable:
Su violencia es quietud, simetría su quietud.

Al cabo de veinticinco años
alza un flor, roja y única.
Una vara sexual la levanta,
llama petrificada.
Entonces muere.

Entre la piedra y la flor, el hombre:
El nacimiento que nos lleva a la muerte,
la muerte que nos lleva al nacimiento.

El hombre,
sobre la piedra lluvia persistente
y río entre llamas
y flor que vence al huracán
y pájaro semejante al breve relámpago:
El hombre entre sus frutos y sus obras.

El henequén,
verde lección de geometría
sobre la tierra blanca y ocre.
Agricultura, comercio, industria, lenguaje.
Es una planta vivaz y es una fibra,
es una acción en la Bolsa y es un signo.

Es un tiempo humano,
tiempo que se acumula,
tiempo que se dilapida.

La sed y la planta,
la planta y el hombre,
el hombre, sus trabajos y sus días.

Desde hace siglos de siglos
tú das vueltas y vueltas
con un trote obstinado de animal humano:
Tus días son largos como años
y de año en año tus días marcan el paso;
no el reloj del banquero ni el del líder:
el sol es tu patrón,
de sol a sol tu jornada
y tu jornal es el sudor,
rocío de cada día
que en tu calvario cotidiano
se vuelve una corona transparente

–aunque tu cara no esté impresa
en ningún lienzo de Verónica
ni sea la de la foto
del mandamás en turno
que multiplican los carteles:

Tu cara es el sol gastado del centavo,
universal rostro borroso;
tú hablas una lengua que no hablan
los que hablan de ti desde sus púlpitos
y juran por tu nombre en vano,
los tutores de tu futuro,
los albaceas de tus huesos:
tu habla es árbol de raíces de agua,
subterráneo sistema fluvial del espíritu,
y tus palabras van -descalzas, de puntillas de
un silencio a otro silencio;
tú eres frugal y resignado y vives,
como si fueras pájaro,
de un puño de pinole en un jarro de atole;
tú caminas y tus pasos
son la llovizna en el polvo;
tú eres aseado como un venado;
tú andas vestido de algodón
y tu calzón y tu camisa remendados
son más blancos que las nubes blancas;
tú te emborrachas con licores lunares
y subes hasta el grito como cohete
y como él, quemado, te desplomas;
tú recorres hincado las estaciones
y vas del atrio hasta el altar
y del altar al atrio
con las rodillas ensangrentadas
y el cirio que llevas en la mano
gotea gotas de cera que te queman;
tú eres cortés y ceremonioso y comedido
y un poco hipócrita como todos los devotos
y eres capaz de triturar con una piedra
el cráneo del cismático y el del adúltero;
tú tiendes a tu mujer en la hamaca
y la cubres con una manta de latidos;
tú, a las doce, por un instante,
suspendes el quehacer y la plática,
para oír, repetida maravilla,
dar la hora al pájaro, reloj de alas;
tú eres justo y tierno y solícito
con tus pollos, tus cerdos y tus hijos;
como la mazorca del maíz
tu dios está hecho de muchos santos
y hay muchos siglos en tus años;
un guajolote era tu único orgullo
y lo sacrificaste un día de copal y ensalmos;
tú llueves la lluvia de flores amarillas,
gotas de sol, sobre el hoyo de tus muertos

–mas no es el ritmo oscuro,
el renacer de cada día
y el remorir de cada noche,
lo que te mueve por la tierra.

 

En el año de 1938 se fundó una compañía paraestatal que se ocupaba de la producción, desfibración y venta del henequén. La burocracia suplió a las casas exportadoras con los efectos consecuentes. En el mismo año de 1938 fueron expropiadas las plantas desfibrado ras. Sin embargo, fueron devueltas en 1942. Su evolución es muy significativa: en 1927 existían 628; en 1943, 354; y en 1956, 269. Henequeneros de Yucatán persistió hasta 1955 y fue el organismo que manejó la economía estatal. A pesar de sus aspiraciones, la Revolución no pudo darles a las campesinos mayas un nivel superior al que poseían en las haciendas, les dio, sí, libertad, pero gran parte de su medidas han sido enmendadas y severamente cuestionadas por la Historia.