El Vino, meridadeyucatan.com

DEBATE Y MAGIA DEL VINO

El hombre ha vivido entre dicotomías: helenos contra bárbaros, cristianos contra paganos y civilización contra barbarie. En todas estas tensiones el vino ha vivido en medio de una mágica polémica. En El Banquete de Platón, en el que se habla variados temas pero no de comida, se narran el simposium más importante que la comida, esto es: las libaciones que propician la liberación de la inteligencia y el espíritu. Lo cierto es que el dios del vino para los griegos es Dionisio, deidad de la desmesura y la tragedia, quizás por eso en sus fiestas los hombres, pero más las mujeres, se abandonaban al vino y a sus estragos. La salud de un pueblo se puede medir a partir de la libertad de sus mujeres, los griegos a pesar de su inmensa sabiduría consideraban a las mujeres como seres de racionalidad mitigada, es decir como los perros y las abejas; empero les permitían vivir sus catarsis en la fiestas de Dionisio bebiendo hasta la fatiga, tal como hacían los mayas que si eran feministas. El vino desplaza a la cerveza en el mundo occidental, salvo en algunos reductos, con la llegada de la cristiandad. A pesar de las temibles borracheras que se narran en el Antiguo Testamento, siendo la más lamentable la de Lot , quien ya ebrio comete incesto con sus dos hijas. Prescindiendo de las distintas diatribas contra la borrachera que hace San Pablo en sus epístolas, prevalece lo que dice el Salmo: “el vino alegra el corazón”. Pero he aquí que el primer milagro que hizo Nuestro Señor Jesucristo fue convertir el agua en vino, esto es: infundir el Espíritu Santo. Pero el vino tomó la dimensión ya anunciada en el Antiguo Testamento: convertirse, por la transubstanciación, en la sangre de Cristo. Ningún licor podría disputarle al vino este nivel sacro. Por encima de cualquiera de sus propiedades el vino redime de los pecados y lleva a la vida eterna. La antigüedad no poseía un universo complicado del vino como en la actualidad, si bien tuvo un momento estelar en el siglo XIX, a mediados del siglo pasado todos los viñedos de Europa se destrozador y las nuevas cepas empezaron a crecer con particularidades. Una digresión postrera: la modernidad empieza con La Ilustración y termina en algún momento del siglo XX, en este siglo la gran disputa ha sido Estado contra Mercado, el vino, sin perder sus raíces culturales y religiosas, pareció situarse como un producto del mercado sofisticado. Quizás en los albores de este intrigante milenio la situación esté cambiando con la magia que envuelve al mosto desde tiempo inmemorial.