Murió Carlos Fuentes. Muere a los 83 años, pero con energía y conservando su aire juvenil. Soportó en vida la muerte de dos de sus hijos. Quien pierde a su padre es huérfano, quien pierde a su pareja es viudo, pero el perder a un hijo no tiene nombre, es tan horrible que la lengua no lo llama en forma alguna. La tragedia estuvo asociada a la vida de Fuentes: su ex esposa, Rita Macedo, se suicidó. “No sé cómo es que puede seguir viviendo Carlos Fuentes”, me dijo un día Isabel Turret. Empero vivía con plenitud. Le interesaban las bregas del mundo. Podría haber repetido lo que dijo Luis Buñuel: “lo único que me preocupa de morirme es no ir en la mañana por el Nouvel Observateur y enterarme de lo que pasa ”. “He knows so much about his country”, así se le definía con frecuencia en los Estados Unidos. Hijo de diplomático, él mismo embajador del gobierno de Echeverría en Francia, fue siempre hombre de izquierdas. Quizás el resguardo de algunas ideas políticas trajo el desencuentro con su amigo Octavio Paz. En América Latina Paz y Vargas Llosa se manifestaron abiertamente desencantados de las utopías del siglo XX y sus engranajes: de las revoluciones. Estaban desengañados de los estados que buscaban la igualdad más allá de la libertad. García Márquez y Carlos Fuentes permanecieron ajenos, hasta cierto punto, a la experiencia de la libertad. La obra de Fuentes es enigmática : de lo espontáneo de” La Región Más Transparente” (palabras de una frase de Alfonso Reyes , el mago que le aconsejó estudiar leyes) a la “Muerte de Artemio Cruz” y de ésta a una pequeña obra maestra de la literatura universal “Aura”, y ni que decir de las notables deferencias con otras de sus obras : “Las Buenas Conciencias” y “Los Años con Laura Díaz”. Una vez cenando con Noe Jitrik alguien dijo que el autor de ésta última novela nunca había leído El Quijote. Empero el monólogo de Ixca Cienfuegos, con el que abre La Región Más Transparente, es extraordinario; con una frase define a eterna adolescencia de México: “Nada es tragedia , todo se vuelve afrenta”. “Aura” , obra de realismo mágico, narrada en segunda persona del singular, logra algo notable: atrapar al lector en la mirada del protagonista. Es un referente, no solo en la literatura en lengua castellana sino para la de las lenguas en todos los tiempos. Sus diferencias son notables con los miembros de su generación, Carlos Monsivais, José Emilio Pachecho, Elena Poniatwska, entre otros. Fuentes era un hombre de mundo, elegante, sofisticado, que no alardeaba de iconoclasta. Preocupado por la suerte de la humanidad, radicando entre Londres, París y México, era invitado frecuente a mesas redondas y debates de ideas. Según se vio en el homenaje en Bellas Artes gozaba de popularidad. En los últimos días habló con una claridad chispeante del ambiente político mexicano, eso lo acercó mucho a la población, más de lo que quizás él hubiera esperado. México se empobrece con su ausencia, aunque ahora vivirá de otra manera, como viven los escritores que trascienden: en sus obras.

PIE DE PAGINA: Los romanos de la antigüedad aspiraban a la eternidad con el canto del aeda y el cincel del escultor. Hoy es la obra la que puede dar la inmortalidad, en la tierra y en el más allá. Carlos Fuentes será inmortal.