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El Pinar

Esta imagen corresponde a la que fuera residencia de don Humberto Peón, en la calle 60 norte. Esta calle, a principios del siglo XX, comunicaba con el pueblo de Itzimná y se presumía tomaría un rango importante, por eso en ella podemos encontrar este tipo de mansiones. Esta casona estuvo abandonada hasta que la adquirió don Alberto Bulnes Guedea y la restauró. Sus esfuerzos son admirables: consiguió restaurarla respetando cuanto de detalle pudo. Años después el señor Bulnes le vendió la propiedad a don José Trinidad Molina Castellanos cuya esposa habita hasta la fecha.

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Quinta Montes Molina

 

Esta es una soberbia casona que hasta hoy existe en Paseo de Montejo. Fue originalmente de don Aurelio Parotuondo y se llamó «Villa Beatriz», posteriormente la adquirió uno de lo grandes personajes de la historia de Yucatán en el siglo XX: don Avelino Montes Linaje. Don Avelino era de origen español pero se casó en Mérida con la hija de don Olegario Molina Solis, de quien hablamos ampliamente en esta misma edición. Cuenta la leyenda que el señor Montes se interesó por otra hija de don Olegario y le solicitó a don Manuel Heredia que en su nombre pidiera el consentimiento para cortejar a la señorita Molina Figueroa. Lo cierto fue que don Olegario dio el consentimiento para que el joven Avelino visitara a otra de sus hijas, lo debió causado la sorpresa del señor Heredia. Algo turbado don Manuel rectificó para recibir la misma respuesta. podría visitar a otra hija, una que había nacido con una ostensible mal formación física. Don Manuel transmitió el mensaje convencido del fracaso de su encomienda, sin embargo si don Olegario lo sorprendió, Avelino debió haber confundido por un instante al menos: aceptaba la oferta. Fue asó com0 se gestó una de las alianzas más celebres en la historia de Yucatán. Actualmente los descendientes del señor Montes, al convertir la casa de su polémico ancestro en un local que se renta para eventos, la han llamado «La Quinta Montes Molina», esto quizá puedan hacerlo ahora, con un gobierno panista, en otros tiempos hubieran dado lugar a un escándalo: don Avelino era uno de los villanos favoritos de la Revolución en Yucatán, otro, de no menos importancia, era su suegro, don Olegario.